Contador de Crónicos de Bar

Para Escuchar Mientras Lees

martes, 20 de marzo de 2007

EL REFUGIO


Maipú 122 esq. Serrano



El lado metálico de la bohemia. El reducto metalero de Concepción, el popular Refugio Bar, lleva unos cuántos años ya, acogiendo a una legión de chicos y chicas que siguen fervorosamente este estilo y a las numerosas bandas de todo Chile, que han pasado por su escenario. Desde el ingreso mismo al local –cada vez más amplio-, es posible percibir su onda donde, al parecer, nada importa demasiado. Su infraestructura es más que sencilla y cumple con los
requerimientos de su fiel público. Acá una vez más la Chela la lleva y tienen promociones que incluyen papas fritas enlatadas, también disponen de una especie de cocinería con menú popular para matar el hambre metalera, al ritmo de las voces guturales y los riff que inundan el espacio.
De ambientes, nuestros amigos de negro no se pueden quejar, tienen escenario y hasta patio con parrón, además de uno de los baños más insalubres que me ha tocado ver, que honestamente huele a jaula de león. Es notable, sin embargo, que Refugio Bar tenga una tendencia bien definida, quizás en eso está su atractivo y en que su público también comulga con la diversidad pues desde oficinistas hasta góticos pululan por sus mesas y lejos, el mejor filtro es la música o la amas o la odias, el metal no da espacio para los indecisos.
(Dedicado a los clientes del extinto Roca Dura)
Molgan

Con polera negra y chaqueta de cuero.
Han visto el video de “No Rain” de Blind Melon?, bueno el refugio es como el jardín donde se encuentran todas las abejitas, es de esos lugares democráticos en el que todo hijo de vecino puede caer a tomar cerveza, comer sopaipillas y hasta arrollado primavera. Pero la verdad es que el grueso del público es bien parecido y se entienden entre sí, es como si existieran códigos que los “refugianos” entienden al toque y es atractivo incluso para quienes preferimos los decibeles más bajos. Es un pequeño mundillo donde los rockeros y otros matices tienen su lugar. No podemos negar que con el tiempo se ha definido y el espacio se ha maximizado. Según el día, al patio se puede acceder por dos direcciones, cuando hay tocata el área donde está el escenario se cierra y quedan cuatro ambientes: el sector de la barra y las piezas contiguas, el del “show” el que está después del baño y el patio.
Una de las mayores gracias del “Refugio” es que tiene uno de los butlitzer más nutridos, no podría decir exactamente cuántos discos, pero de que hay de todo hay de todo hasta los soundtrack de telenovelas añejas que nadie vio, ese k justo te toca escuchar porque medio borracho te equivocaste de combinación y perdiste los $200.
Para los días de verano estar en el patio debajo de las parras es un agrado, sólo que la música que proviene de todos lados te confunde un poco; las tocatas están bien organizadas y no podemos negar que son una alternativa para ver grupos emergentes. Eso sí ojo con el baño hay que tener las defensas en un super nivel y para los asquientos puede ser todo un desafío, en todo caso para el público un poco más rudo, que come prietas con papas cocidas y toma chela en vaso plástico, no parece molestarle.
Juanita Tornazol
La diversidad es más aparente que real. Salir de casa, interrumpir mi fructífero (las bolas) quehacer académico, e ir a un lugar nido de metaleros no era mi mejor panorama para la noche del jueves, incluso me producía un pavor acústico que fue terriblemente confirmado al momento de poner el primer pie en el local. El Refugio: un sonido estruendoso, una gran cantidad de gente en pasillos, intentado entrar y ya consumiendo la consabida chela, me impulsaron en un primer momento a salir de ahí lo más rápido posible. Gracias a la marcha multitudinaria, logré (¿?) llegar al patio, e, ipso facto, pasar del pavor a la envidia… ninguno de los bares a donde acostumbro a ir tiene un patio interior con parrones y mesitas bajo ellos, me imaginé un gran bar con bossa nova o algo similar sonando y una botella de vino, pero nada de eso había, a cambio, reinaba la cerveza de a litro, el vaso de plástico, sopaipillas, y lotes de gente vestida de negro de diversas tribus (¿quién diría?) y, más allá que no me guste la música que tocan, hay una buena acústica para música en vivo. Una vez acomodada con mi cerveza, me quedo pensado… Concepción, supuesta ciudad del rock, se muere de hambre frente a otras ciudades que diversifican su propuesta con locales que se especializan en un tipo de público. Por estos lares la diversidad es más aparente que real, abundan los bares en los cuáles el eclecticismo sólo apunta a tener un público masivo, y las vestimentas pueden estar vacías de significado. Insisto, aunque talvez sea mi primera y ultima incursión en El Refugio, el nombre va bien puesto, me llevé la impresión de que pude conocer un sitio donde las personas que gustan de la música rock de esta tendencia, y que esperan altos decibeles y un lugar protegido para ello, tienen aquí su espacio. Lamentablemente, y como en casi todos los bares que hemos visitado, falla en higiene e infraestructura en los baños. Yo sé que puede ser un costo menor para el público considerando tener “su refugio”, pero también es un costo menor para los dueños calculando a vuelo de pájaro la venta de cervezas en una noche de tocata. Solo eso.
Magnolia

1 comentario:

Unknown dijo...

ahahaha

nunca he entrado al refugio... no sep
en algunos círculos tiene fama de "flaite"... y de que siempre se arman mochas en su interior o en sus alrededores con los "chicos rudos" ebrios.

aparte, debo decirlo, detesto a los poseros, que ostentan con su vestimenta de sus preferencias musicales y kieren que la gente los vea y los encasille al tiro... mmm no sep...
seria mi comentario

ap! las fotos están rewenas eso si

salud!


http://www.pilagalvanica.blogspot.com